El Grooming es el término anglosajón utilizado para describir el proceso por el cual un agresor sexual selecciona y prepara a un niño para el abusar de él.
Los delincuentes de este tipo utilizan toda una variedad de técnicas de manipulación y control hacia la persona vulnerable, en este caso un niño, con el fin de lograr su confianza y normalizar una conducta sexual dañina.
El Grooming de los agresores sexuales
En los estudios realizados sobre la forma de trabajar de estos delincuentes sexuales han demostrado que las tácticas utilizadas para seleccionar al menor que va a ser su víctima son deliberadas y a menudo buscan identificar a los niños más vulnerables, como por ejemplo aquellos que son menos capaces de hablar con alguien sobre el abuso, los que están necesitados, desamparados o que se sienten molestos por algo.
Hay toda una serie de técnicas específicas que los delincuentes utilizan para enmascarar su comportamiento antes de la agresión, pero también durante y después de la misma. Una táctica que se ha podido observar en el Grooming es que muchos abusadores ofrecen una imagen de gran bondad, convirtiéndose en personas sobresalientes dentro de la comunidad gracias a prestar ayuda desinteresada a otras personas, en definitiva alguien del que nadie sospecharía ni por un momento que pueda ser un delincuente sexual. Trabajar y ayudar a la comunicad es una táctica que, además, le ofrece un amplio abanico de posibilidades, ya que le permite internarse en ella y participar en toda una serie de actividades sociales dentro de las escuelas, grupos juveniles, iglesias, etc., que le dan fácil acceso a una serie de posibles víctimas sin ser sospechosos. Esta doble vida hace que los padres, educadores y otras personas bajen la guardia y le permitan el acceso a sus hijos sin sospechar nada. Es importante tener en cuenta también, que la mayoría de los delincuentes son conocidos por la familia, y con demasiada frecuencia son miembros de la misma.
La segunda táctica es la capacidad que tienen de mostrarse encantadores y agradables, irradiando un halo de sinceridad y veracidad. Esto es crucial en la obtención de acceso a los niños, por lo que el poder de esta táctica no debe subestimarse. Algunos delincuentes intentarán establecer relaciones de forma habitual con personas mucho más jóvenes que ellos, ya que prefieren la compañía de los niños a la de los adultos.
La forma en que los delincuentes comienzan el Grooming
Los delincuentes sexuales reclutan niños mediante el establecimiento de una relación de confianza, por ejemplo, pasando mucho tiempo con ellos, escuchándoles… Pueden tratarles como alguien ‘especial’, dándoles regalos y felicitándolos a menudo. También utilizan los regalos y el engaño para lograr silenciarles sobre todo lo relacionado con el abuso sexual, manteniéndolo así como un secreto entre los dos. Todas estas manipulaciones suele aislar al niño de los hermanos, los amigos e incluso los padres. El delincuente también puede establecer una relación de confianza con la familia y amigos del niño, con el fin de tener acceso al pequeño cuando se encuentre solo. De esta forma, una vez el agresor logra tener la confianza del niño y la familia, le será mucho más fácil abusar sexualmente del pequeño. También es importante recordar que el delincuente a menudo se gana la confianza de la familia de forma parecida, comprando regalos o ayudando en la casa.
Los delincuentes sexuales suelen planear el abuso de los niños con cuidado. Pueden ir haciendo aproximaciones gradualmente e ir sobrepasando los límites poco a poco. Por ejemplo, es posible que pasen mucho tiempo con el niño cuando se esté bañando, vistiendo o se vaya a la cama. Pueden besarle y abrazarle a menudo. También puede haber algún tocamiento inapropiado ‘accidental’ o contacto sexual como un juego. Es posible que tenga charlas o haga chistes sexuales, así como hacer cosquillas, lucha libre, o cualquier otro juego que requiera contacto físico con el pequeño, como si fuera un signo de afecto. Si el abuso no se detiene, el comportamiento avanza hacia actos cada vez más íntimos.
Mantener el secreto del abuso
Después de ganarse la confianza del niño y empezar el abuso de forma continuada, el agresor le enseña, por medio de amenazas, manipulación, chantaje, soborno y castigos, a mantener estos actos en secreto. Asegura al niño que lo que está ocurriendo es lo ‘correcto’, y lo convence de que si dice algo sobre el abuso sexual, algo terrible va a pasarle a su familia, le dice que les va a hacer daño a ellos o a sus mascotas. Al mismo tiempo, hace creer al pequeño que él ha dado su consentimiento y que están en una ‘relación’, o incluso que fue él quien inició la relación. De esta manera los delincuentes echan la culpa de sus despreciables actos sobre el niño. El pequeño puede entonces sentirse responsable del abuso, y sentir vergüenza o miedo de decirlo a alguien.
Prevenir el Grooming
A veces es importante seguir nuestro instinto e investigar cualquier indicio o sospecha que tengamos, por pequeña que sea.
En ocasiones los padres pueden tener miedo de cómo sus hijos van a reaccionar si le prohíben ver a una persona que les gusta, pero si nos preocupa el tipo de relación que dicha persona está teniendo con el niño, debemos estar dispuestos a impedir todo contacto de inmediato. También es importante escuchar las declaraciones o preguntas que nuestro hijo nos pueda hacer para determinar si nuestras sospechas son fundadas, y animar al niño a darnos más información sobre lo que hace mientras está con esa persona.
Algo tremendamente útil es enseñarle al niño algunas herramientas de prevención para ayudarle a identificar el comportamiento inadecuado, y explicarles formas en que pueden decir no o protegerse si alguien los hace sentir incómodos.
Debemos tener en cuenta que las tácticas manipulativas que ponen en marcha los agresores son tan fuertes, que los pequeños casi nunca son conscientes de que las prácticas de abuso sexual no son algo “normal” y creen que les sucede a todos los niños. Pueden pasar años antes de que sean capaces de entender que lo que está sucediendo es algo malo. Muchas veces no son conscientes de ello hasta aprenden lo que es el comportamiento sexual, ya sea por las clases de educación en la escuela, viendo programas de televisión o hablando con la familia.
Cuando alguien, desgraciadamente, descubre que su hijo ha sido agredido sexualmente, le invaden toda una serie de emociones que van desde el estado de shock, a la ira, la culpa, la frustración, la vergüenza, el miedo y el dolor. Por eso a menudo es conveniente buscar ayuda profesional no sólo para el niño, sino también para la familia.
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